Carlos Monzón por José Narosky

“La vida es sólo una pequeña luz. Entre dos grandes oscuridades”.

 

Al boxeador Carlos Monzón, nacido en agosto de 1942, se lo suele comparar deportivamente con otros boxeadores destacados como Gatica, Bonavena o Galíndez. Y se los puede relacionar también en sus muertes trágicas. Iba a agregar prematuras porque 31 años tenía Galíndez, 33 Bonavena y 38 Gatica. Pero Monzón ya tenía 52 años.

Pero especialmente Gatica y en menor medida Bonavena murieron en la penuria económica en un ambiente sórdido.

Monzón en cambio cuando dejó de boxear a los 35 años era un hombre adinerado.

A Monzón siempre le fue difícil vivir, aun en la época de sus grandes triunfos.

Incluso en medio de las 14 exitosas peleas por el campeonato mundial. Desde la primera en noviembre de 1970 hasta la última, casi 7 años después cuando venció al colombiano Rodrigo Valdez y decidió retirarse del boxeo, una semana después de cumplir 35 años. Con 14 defensas victoriosas del título, como ya mencioné, y diez de las 14, obtenidas por Knock-Out.

Expresé que le fue difícil vivir y por eso le fue más difícil… convivir.

Se casó teniendo sólo 16 años con Zulema Torres con la que tuvo un hijo. Al año y medio se separó y 3 años después se casó con Mercedes García, conocida como “Pelusa” con la que tuvo 3 hijos.

Fue, lo declaró la mujer que más amó.

15 años después, a los 37 años, conoció a otra mujer, una uruguaya que había sido bailarina del Maipo. ¿Su nombre? Alicia Muñiz.

Se unió a ella y nació otro hijo, el quinto ya: Maximiliano.

Ocho años más tarde, un 14 de febrero de 1988, se convirtió en femicida. Un episodio terrible en Mar del Plata, la caída desde un balcón y la muerte de Alicia Muñiz.

Esa noche se bajó un telón en la vida de Carlos Monzón. Pero este era un segundo… telón.

 

El primero, ya lo marcó definitivamente. Con su nacimiento en el seno de una familia muy humilde, con una infancia de hambre, con abandonar la escuela en tercer grado. Con su tarea de lustrabotas desde los ocho años, con calor o con frío o trabajando muchas horas para ganar algunas pocas monedas. Con copas de alcohol tomadas prematuramente.

 

Llegó a ser el más grande en lo suyo. Y para ser el más grande hay que sumar constancia y también un porcentaje de inteligencia y esfuerzo.

 

Pero 10 años después de su última pelea ya con 45 años, le esperaba otra más difícil, más amarga. Y esta pelea la perdió. No por puntos ni por knok-out.

Había también un jurado, en este tipo de pelea como en sus noches triunfales. Pero, en cambio, no había rival ni arbitro. Y el propio jurado leyó el fallo de esta pelea, no de box, sino judicial.

-Se condena al Sr. Carlos Monzón a 11 años de prisión.

Siete días había durado el juicio oral.

Creo que Monzón fue tan culpable como víctima. Porque “Nadie nace culpable. Pero muchos nacen víctimas…fue responsable obviamente, de la muerte de un ser humano, mató a una mujer convirtiéndose en femicida. Pero víctima también de su infancia, de su mal carácter, de su poca preparación intelectual.

Los golpes que aplicó en su carrera profesional y fuera de ella no atenuaron los que recibió. Pero si bien dicen que “los golpes enseñan, agregaría que las caricias… también”.

Y él no las recibió en su infancia. Y “lo que faltó en la infancia siempre faltará.

Hasta que llegó el final como un knok-out fulminante. Pero en su contra.

Conduciendo su auto a 140 Km por hora –como su vida-. Un vuelco, un domingo 8 de enero de 1995. Eran las 17,30 hs.. Su muerte fue inmediata.

Sin duda un final triste, trágico pero acorde con una vida con mucho de tristeza y de tragedia.

Y un aforismo para Carlos Monzón. Y su singular y breve ciclo vital:

 

“Las alturas suelen estar muy cerca de los abismos”.

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