Gral. Manuel Belgrano. Una gran figura de nuestra historia patria. Por José Narosky
“La primera valla es la más alta”.
Belgrano no tenía todavía 40 años, en la época de la Revolución de Mayo, cuya Primera Junta integró. Viviría solamente 10 años más. Siempre tuvo una salud precaria, pero su férrea voluntad reemplazaba parcialmente sus desventajas físicas.
Belgrano, joven Abogado,recibido en España como profesional regresó a su patria teniendo ya 23 años.
Él había nacido aquí, en Buenos Aires un 3 de junio 1770.
Era sencillo en el vestir y parco en la expresión. “Sólo hablaba si tenía algo que decir”, privilegio de pocos, agrego.
En los diez años que transcurrieron de 1810 a 1820, año en que falleció, joven aún, fueron tantos los hechos que protagonizó, que no caben en esta breve crónica. Claro, que el episodio de la creación de la bandera, no se puede omitir.
Abrazó también la carrera militar, aunque su verdadera vocación, era su patria.
Lo nombraron años después Brigadier del Ejercito, y se estableció con sus tropas en la llamada Villa del Rosario. Corría el año 1812. Belgrano sintió que necesitaba dar a sus soldados un incentivo, para las batallas que se avecinaban.
El día 27 de febrero de 1812 tomó una decisión histórica. Por su cristalina personalidad, no puede dudarse, en cuanto a que, no pensó siquiera que no estaba habilitado para crear una bandera. Lo realizó solamente como un estimulo para sus soldados. Y la prueba está, en que ese mismo día comunicó lo siguiente a los miembros del primer Triunvirato, que ya había reemplazado a la Junta de Mayo:
-“En este momento- expresó mediante una nota- son las 6 y media de la tarde. Estoy con mi guarnición. He dispuesto, para entusiasmar a las tropas y a los habitantes de la zona, enarbolar una bandera. Y no teniéndola, la mandé hacer celeste y blanca, conforme a los colores de la Escarapela. Espero que sea de la aprobación, de vuestras excelencias”.
El Triunvirato rechazó su sugerencia, pero Belgrano no se enteró. Claro, las comunicaciones no eran las actuales. Desde ya que él supuso que no habría objeción. Por eso, tres meses después, siempre en 1812, con motivo del segundo aniversario del 25 de Mayo de 1810 la enarboló nuevamente, esta vez en Jujuy. Su actitud fue considerada como un desacato y Belgrano fue amonestado muy severamente. Es que la justicia demasiado estricta, roza la injusticia…
Posteriormente y como consecuencia de la victoria de Tucumán, la bandera –ya con autorización- fue enarbolada en febrero de 1813, con motivo de su juramento de obediencia a la Asamblea del año XIII, recién instalada. Y pocos días después la insignia patria tuvo su bautismo de fuego, diríamos legal o casi legal, durante la batalla de Salta.
Pero la consagración oficial de la bandera fue obra del Congreso de Tucumán en julio de 1816.
Creo haberme referido extensamente a la bandera, pero muy poco al hombre Belgrano.
Durante dos años -1817 al 1819, este patriota, permaneció acantonado con su ejército en Tucumán.
Coinciden todos los historiadores, en su total modestia, tanto material como espiritual.
Un ejemplo. Se alojaba en una humilde casona con techo de paja. ¡Y siendo ya jefe del ejército!, dormía en un modesto catre y solamente 3 ó 4 horas por la noche.
Su comida era frugal.
En plena madrugada, a caballo, solía recorrer los cuarteles.
Era cortés, educado y tolerante. Pero inflexible en la disciplina. Hasta su ropa era sencilla.
Belgrano fue un verdadero ejemplo como político, como soldado y como hombre.
Después de las derrotas de Vilcapugio y Ayohuma, el gobierno decidió reemplazarlo con San Martín.
Belgrano notificado dijo:
-“¡Qué suerte para la patria!. Han elegido a San Martín, que es un verdadero soldado. Me reemplazará sin duda, con ventaja”.
Cuando se encontraron San Martín y Belgrano en la Posta de Yatasto, para la entrega del mando, los unió un abrazo interminable. Y también, un prolongado silencio de comprensión. Era el abrazo de dos hombres “que volaron muy alto. Por eso dejaron huellas profundas en la historia de nuestra patria”.
Y llegó el 20 de junio de 1820. Belgrano había cumplido hacía pocos días 50 años.
A las 7 hs. de la mañana de ese día, moría en la vieja casa paterna al 400 de la actual avenida que hoy lleva su nombre, en esta capital.
Así como fue austera su vida, también lo fue su sepelio, al que asistieron unas pocas personas.
Y un aforismo para Manuel Belgrano, ejemplo de sobriedad y nobleza interior, un hombre que sólo encontró paz… en la acción.
“Muchos son el barniz. Pocos son, la madera”.
Como lo fue, por cierto, Manuel Belgrano.
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